domingo, 9 de diciembre de 2007

Los Radioaficionados están alli

Terremotos e inundaciones: los radioaficionados están allí.
Terremotos e inundaciones: los radioaficionados están allí.
En septiembre de 1985, un tremendo terremoto hizo estremecer a la Ciudad de México y dos días después se produjo otra sacudida más pequeña, pero no menos terrorífica. Amigos, parientes e interesados temían por las personas del área afectada. Todos ellos buscaban noticias sobre la situación en la ciudad de México. ¿Por qué razón acudieron a los radioaficionados en demanda de ayuda? Históricamente los radioaficionados siempre han prestado su esfuerzo desinteresado para conseguir la información vital desde y para las zonas afectadas por un desastre. El terremoto de México de 1985 destruyó todos los medios de comunicación, especialmente con las zonas rurales, y la radioafición fue la única vía por la que las noticias del desastre pudieron llegar al resto del mundo. Cientos de radioaficionados pasaron días y noches en vela frente a sus aparatos indagando noticias de personas y de las condiciones de supervivencia en las zonas más afectadas. Sólo descansaron y volvieron a sus tareas habituales cuando se hubieron establecido las comunicaciones regulares.
Los radioaficionados siempre están dispuestos a prestar servicio en caso de necesidad, aunque el desastre ocurra al otro lado del mundo. No hay distancias para la radioafición. Recordemos el fuerte terremoto que asoló Italia en 1980. Los radioaficionados de Estados Unidos de América pasaron días enteros frente a sus estaciones recibiendo y transmitiendo información acerca del desastre y de los afectados. Las estaciones de radioaficionados norteamericanas e italianas retransmitieron miles de mensajes a familiares y allegados. Quienes se vieron en el trance de tener algún familiar, pariente o amigo en la zona siniestrada acudieron esperanzados a los radioaficionados para indagar noticias acerca de la supervivencia y la salud de sus allegados.
Mención especial habría que hacer sobre la Unión de Radioaficionados Españoles, y la denominada CB o Banda Ciudadana (Citizen Band) que es un servicio de comunicaciones radiales accesible a las personas en general mediante un simple trámite. Como en otros sistemas, se emplean estaciones fijas y móviles. Los equipos empleados comúnmente en ambos tipos de instalación, pueden operar con autonomía de la red de abastecimiento eléctrico, por ejemplo utilizando las baterías de los en vehículos; esta posibilidad ofrece autonomía en caso de desastres que interrumpen la energía eléctrica y con frecuencia resulta un medio de comunicación muy eficaz.
Durante las inundaciones que se produjeron en Bilbao en 1983 fueron las comunicaciones por CB precisamente las que mejor resultado ofrecieron y que fue reconocido oficialmente por el Gobierno Civil que a la postre influyeron notablemente en la legalización de esta modalidad de radio en España.
Aunque muchas personas encuentran en la banda ciudadana una actividad radial interesante, útil y amistosa, no debe confundirse la misma con el Servicio de Radioaficionados definido por la UIT, que utiliza frecuencias diferentes y exige diversos requisitos establecidos por las administraciones nacionales para conceder las licencias correspondientes, como por ejemplo exámenes de calificación técnica, conocimientos de radiotelegrafía, etc.
El aluvión que afectó la ciudad de Antofagasta, Chile, en el invierno de 1991, cortó todas las vías de comunicación, tanto telefónicas como terrestres. La rápida acción de radioaficionados de la ciudad y de otras tan lejanas como Coquimbo, permitió en 20 horas contar con un eficiente y profesional operativo en esa ciudad del norte chileno.
Tras el terremoto del Océano Índico de 2004, los radioaficionados de Sri Lanka e India recibieron felicitaciones de sus gobiernos por haber sido el único medio de comunicación aún en servicio.
Echar una mano
La radioafición no pone barreras a los minusválidos. Personas incapaces de andar, ver o hablar obtienen su licencia de radioaficionado por medio de exámenes especiales y consiguen comunicarse con sus amistades locales o de cualquier parte del mundo a través de su propia estación de radio dotada de los medios necesarios para permitirles su manejo.
Los minusválidos auditivos o privados de voz pueden utilizar medios digitales, como la telegrafía por Código Morse, el PSK31 o el Hellschreiber. Los minusválidos visuales pueden operar sus transmisores y equipos auxiliares equipados con teclados y recibiendo respuestas en voz sintetizada o mediante señales auditivas.
La mayoría de los radioclubs locales se ofrecen a dar clases a cualquier minusválido que lo requiera y a concienciarle de las posibilidades que le ofrece la radioafición. Prácticamente todas las administraciones del mundo facilitan exámenes especialmente preparados para los minusválidos.

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